Cuentos crecientes: Polvo de hada 5/5

Llega corriendo, pero se detiene frente al acantilado. Mira hacia abajo per no salta. Vuelve cabizbajo, sobre sus pasos. Se encierra en su cuarto. Esta vez tampoco ha podido saltar. Se odia por ello.

Cobarde. Alguien lo estará llamando así, está seguro de ello. Racional. Otro insulto común en las notas que recibe. Adulto. Ese es el más cruel de todos, no hay nada peor que ser considerado un adulto. Pero él no puede, se siente incapaz.

Ella, que por él muere, lo ha observado, como siempre. No se lo puede decir, pero si no salta, si renuncia, si lo niega todo, si la niega… Él se irá y ella sucumbirá. Ella desea verlo saltar por el acantilado, lo desea, lo necesita. Él es toda su vida.

Mañana es su cumpleaños. O es hoy o no será nunca jamás. Sale de su cuarto… de casa. Corre hacia el acantilado, no se detiene, no mira. Salta. Grita. Ella vuela tras él y sopla polvo de hada. Vuelan juntos. Lo ha hecho.

Ambos vuelan dejando el acantilado, recorriendo la costa. Peter se fija en esa estrella lejana, se detiene a observarla: “¿Crees que podría ir volando hasta esa luz? Es Londres, ¿verdad?” Ella asiente. Pronto viajarán allí, y todo cambiará entre ellos. Las hadas intuyen esas cosas. Campanilla siente morir.

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