Archivo de la categoría: Escritores Residentes

No todo es escribir, también se puede editar. En esta categoría recopilo las colaboraciones de otros autores en el blog.

Elliot, historia de un dragón (9)

Por Maria José Cavero 

 

Cada vez más cerca, algo se aproximaba con cautela.

Elliot, giraba su cabeza una y otra vez con la intención de averiguar qué era lo que hacía crujir las hojas secas que cubrían el suelo del bosque maldito.

No tenía nada que temer, era un dragón y no había en el mundo criatura más grande y poderosa que él. Sin embargo, sentía curiosidad, la misma que le llevó a tirarse al mar al escuchar la voz de la sirena.

Siguió caminando con el ruido de las pisadas a tan solo unos metros de distancia. Tendámosle una trampa, pensó.

Tumbó su cuerpo al lado de un árbol y colocó su cola y cuello extendidos, esperó.

Al cabo de unos minutos algo rozaba su piel, alguien caminaba por el espacio que había entre el tronco del árbol y su cola. Con un movimiento muy lento y sin hacer crujir ni una sola hoja, enrolló su cuello alrededor del tronco y fue deslizando la cabeza hasta su cola, donde sentía el roce con el cuerpo del acompañante misterioso.

Mientras rotaba sobre sí mismo, la figura dejó de moverse y se paró. Podía sentir sus latidos agitados. Ocultando la cabeza tras el tronco del árbol, vio una figura pequeña, de unos 50 centímetros con el cuerpo recubierto de pelo, pelo gris, ennegrecido como el bosque en el que habitaba… siguió girando el cuello hasta que descubrió unos gigantescos ojos amarillos que observaban sus movimientos con una mezcla de curiosidad y miedo.

 

Dragon MJ

Ilustración de Daniel Montero Galán 

Elliot, historia de un dragón (8)

Por Maria José Cavero 

 

Una sirena, no dejaba de pensarlo. Si él había visto una sirena ¿Podían existir más? ¿Y dragones? Puede que no fuese el único en el planeta ¿Y por qué no había visto ninguno después de 100 años?

Mientras revoloteaban las ideas en su cabeza, su cuerpo quería descubrir que más se ocultaba en las profundidades de este mundo. Quería salir a la luz y contemplarlo bajo el sol.

Salió de la gruta y trepó por el acantilado. Al llegar a la cima, miles de pinos altísimos le ocultaban de las miradas de extraños. Era el bosque maldito. Así lo llamaban los habitantes de Edmond, donde había permanecido oculto todos estos años.

Maldito porque se quemó hace millones de años y los cazadores no habían vuelto a capturar ninguna presa desde el gran incendio. Se adentró en el bosque. Aún se podían ver los destrozos que causó el fuego, algunas cortezas renegridas, troncos de árboles putrefactos en el suelo, cuervos graznando en las ramas más bajas…no sé si maldito, pero quizá muy lúgubre y desolador. Se parecía al bosque en el que viven las brujas de los cuentos.

Siguió caminando hasta que empezó a escuchar el ruido de hojas secas crujir, se oían cercanas… eran pisadas, pero no las suyas.

 

Dragon MJ

Ilustración de Daniel Montero Galán 

Elliot, historia de un dragón (7)

Por Maria José Cavero 

 

Elliot, se lanzó al mar, nadando en la misma dirección donde minutos atrás había escuchado esa preciosa voz. Su cuello largo asomaba por encima del océano, y aunque no se dejaba ver a plena luz del día, decidió arriesgarse.

Mientras cruzaba el océano, al otro lado del acantilado, diez o doce curiosos se agolpaban en el puerto intentando averiguar que era aquella cosa gigantesca que parecía moverse en contra del oleaje.

Elliot llegó a la cueva, salió del agua y buscó algo de color bermellón. No encontró nada. Sólo unos cuantos cangrejos y algunos peces merodeaban en el interior. Esperó.

Al cabo de unas horas, Elliot se quedó dormido y mientras soñaba, en su cabeza resonaba la misma canción. No quería despertar, era la voz más bonita que había escuchado y no quería que desapareciese al abrir los ojos… no pudo más, dio una vuelta, abrió un ojo y vio otra vez esa figura apostada en la roca. La voz seguía sonando. Abrió el otro ojo y descubrió a tan solo unos metros, una larga melena roja que ondeaba con el viento, su cuerpo era delgado y parecía tener escamas que brillaban con el reflejo de la luz.

Al levantarse el cabello bermellón desapareció no sin antes distinguir una larga cola de pez azul y brillante que se ocultó tras las olas en cuanto notó la presencia de Elliot.

¿Era una sirena? Creía que las sirenas eran un cuento de marineros para justificar las desapariciones de algunos barcos, pero él lo había visto. Quizá fueran seres que como él se ocultaban de la mirada de los humanos.

 

Dragon MJ

Ilustración de Daniel Montero Galán 

Elliot, historia de un dragón (6)

Por Maria José Cavero 

 

La cara de Elliot era todo un poema. Había pasado toda la noche dando vueltas.

Decidido dio un paso al frente y a plena luz del día, de la madrugada más bien, cuando el sol asomaba por el horizonte, salió de su cueva, saltó al acantilado y se quedó contemplando el mar.

El oleaje estaba en calma y los escasos rayos de sol que se reflejaban en la superficie le impedían ver con claridad.

De repente, una preciosa voz entonó una melodía, era una voz tan dulce que se podía saborear. Parecía ser infinita y salir de una gruta al otro extremo del acantilado.

Llevado por la curiosidad, Elliot estiró su largo cuello, entrecerró los ojos y mientras se agarraba con las patas traseras a las rocas atisbó a ver un reflejo bermellón que ondeaba con el viento ¿Era una bandera puesta encima de una roca? Al cabo de unos minutos, la melodía dejo de sonar, la supuesta bandera dejó de moverse y desapareció entre las olas.

Dragon MJ

Ilustración de Daniel Montero Galán 

Elliot, historia de un dragón (5)

Por Maria José Cavero 

 

Y el día pasó sin grandes cambios. Elliot limpió su hogar, apagó la hoguera, cocinó algo, y vio un poco la tele.

Eran ya las 7 de la tarde y la luz que entraba por la cueva iba desapareciendo, era la hora en la que Pedro volvía de la escuela, pero ese día iba con retraso.

Agarró la nota que le había visto escribir esa misma mañana y que dejo encima del escritorio.

Se notaba que la caligrafía de Pedro había mejorado. Tenía menos faltas de ortografía que hace un año y no combinaba estrepitosamente mayúsculas y minúsculas.

La nota decía así

ELLIOT, no soy como tú, no puedo bvivir en una cueva y tu tampoco tienes porqué acerlo. E probado todo, pero no e conseguido que salgas a ber el mundo…si algún día sales de aquí ¡avísame!

Te estrañaré,

Pedro

Arrugó la nota con todas sus fuerzas y la prendió fuego.

Esa noche no salió a observar las estrellas, esa noche fue la más larga que recuerda.

Dragon MJ

Ilustración de Daniel Montero Galán 

Elliot, historia de un dragón (4)

Por Maria José Cavero 

 

A la mañana del día siguiente costaba mucho despertar. Pero esta vez el ruido de golpes, cacharros que caían y pisotones acelerados eran los culpables. Alguien tenía mucha prisa.

Entreabrió un ojo y vio a Pedro. Se movía de un lado a otro guardando sus cosas en la misma mochila que usaba para ir al colegio.

No dijo nada, sólo siguió observándole mientras él iba eliminando todo rastro de su paso por la cueva.

Y cuando ya salía por la puerta con la mochila cargada a hombros, dio media vuelta, arrancó un trozo de papel de una revista y escribió algo. El trozo de revista quedó encima del escritorio. Pedro miró una última vez a la cueva y al dragón que creía dormido al lado del fuego, y desapareció por la misma puerta que solo unas horas atrás, Elliot había atravesado para abandonarse en su mundo fantástico.

Dragon MJ

Ilustración de Daniel Montero Galán 

Elliot, historia de un dragón (3)

Por Maria José Cavero 

 

Cansado de oír siempre los mismos miedos, Pedro se perdió entre las sombras:

–        Eres testarudo como una mula, pero tú verás. Sí quieres quedarte aquí, ¡hazlo!… Que tengas una buena noche.

Elliot había vuelto a ganar la batalla y, puesto que ya había anochecido, se permitió uno de los grandes y pocos lujos que tenía su escondite. A unos pocos metros, emergía un acantilado rocoso que les separaba del mar. En medio de la noche, con el océano iluminado por una blanca y brillante luna, Elliot se acostaba en las rocas y contemplaba las estrellas. Ese momento era el más feliz del día.

Con la mirada perdida en el cielo su mente volaba. Y así las horas pasaban hasta el amanecer, instante en el que despertaba de su ensoñación para volver a su asquerosa y lúgubre vida.

 

Dragon MJ

Ilustración de Daniel Montero Galán 

Elliot, historia de un dragón (2)

Por Maria José Cavero 

 

Pedro que escuchaba atónito el meeting de Elliot, sacudía la cabeza y con la mirada fija en el suelo respondía:

–        Elliot, hace mucho que nos conocemos… y no veo porqué dudas de mi palabra. Sé que en el mundo real todo lo que sale en la tele no es como lo pintan, pero sólo quiero que entiendas que ya no se ve a los dragones como hace 500 años. Los tiempos han cambiado y estoy seguro que si salimos ahí fuera no tendremos ningún problema…

Elliot de espaldas a Pedro, se revolvió de un coletazo y puso sus gigantescas fauces sobre la nariz de su amigo, y con voz de dragón dijo…

–        ¿En serio, Pedro? ¿Crees que las cosas han cambiado tanto?… ¡Qué equivocado estás! – Mientras, hilos de humillo negro salían de sus orificios nasales.

Pero Pedro que ya conocía la testarudez de su colega, le replicó:

–        Elliot, ¡no es así! Lo único que te estoy pidiendo es que salgamos fuera y busquemos un sitio donde vivir. ¡Este sitio no es un hogar ni es nada! y no me gustaría pasar aquí los pocos años como humano, que me quedan… ¿No lo harías por mí, Elliot?

Ya más calmado y habiendo despegado su mandíbula de la nariz de Pedro, se recostaba en una pared y fijaba la mirada en el único rayo de luz que entraba por el único agujero de su madriguera…

–        Pedro, soy un dragón. Para mí no es problema deshacerme a coletazos de 100 hombres pero… ¿Qué pasaría contigo si consiguieran capturarme?

 

Dragon MJ

Ilustración de Daniel Montero Galán